sábado, 26 de abril de 2008

MITOS, LEYENDAS... QUE SON?

El mito (del griego mythos, cuento) es un relato tradicional protagonizado por personajes sobrenaturales (dioses, semidioses, monstruos) o extraordinarios (héroes).

Los mitos forman parte del sistema religioso de una comunidad, la cual los considera historias verdaderas, y dan un respaldo narrativo a las creencias fundamentales de dicha comunidad.

Leyenda es una narración con una mayor o menor proporción de elementos imaginativos y que generalmente quiere hacerse pasar por verdadera o fundada en la verdad, o ligada en todo caso a un elemento de la realidad.

Se transmite habitualmente de generación en generación, casi siempre de forma oral, y con frecuencia son transformadas con supresiones, añadidos o modificaciones.

Las leyendas urbanas son historias o cuentos extravagantes, pero verosímiles, que circulan de boca en boca como si se trataran de verdades indiscutibles.

El espíritu de morbo, superstición y atracción de la leyenda urbana podría tener relación con una especie de imaginario urbano común, global, cada vez más parecido, como consecuencia del sistema de valores imperante

Son autocontroles sociales

Por el Lic. Edgardo Argibay Sociólogo, docente de la cátedra de Problemas sociales de nuestros tiempos, en la Univ Nac de Santiago del Estero.

Cada cierto tiempo aparecen en las sociedades, cierto tipo de mitos, que en realidad son generados como una especie de controles, autocontroles sociales, que se generan por la propia comunidad ante distintos problemas que se generan en la misma comunidad, como por ejemplo la violencia juvenil, la disgregación de la familia, drogadicción, inseguridad, alcoholismo.

Las mismas sociedades tratan de generar algunos controles sociales e instalan especies de mitos. Así como este caso, o como los que ya se vieron del Petiso Sombrerudo, el Pitufo Enrique, en la cultura santiagueña ya tenemos muchos como el Kakuy, el Almamula, y en ellos se instala la cuestión de la culpa.

En este caso concreto, generaría un fenómeno donde la misma sociedad estaría generando los premios y castigos a los casos que se dan, donde hay una ausencia de instituciones que debieran generen los controles sociales que hacen falta.
El tema de la magia negra o el espiritismo, también forma parte de las creencias populares.

El imaginario popular está relacionado con todo esto, porque seguramente un fenómeno de este tipo se va a relacionar con estas cosas.

Se crea incluso una psicosis en los planos social y familiar, que se encarga de actuar donde no actúan las instituciones.

Aquí tendríamos un mito, que trabaja en función de la falta.

Hay una cuestión psicológica social. Estas historias siempre pasan.

Seguramente no va a pasar mucho tiempo en que el mito va a quedar como una historia más, como el viejo de la bolsa o el Petiso Sombrerudo.

Esto atraviesa transversalmente a todas las clases sociales, no hay clases sociales en las que se quede instalado el mito.

Los mitos trabajan así, no dejan de ser un tema para la charla en cualquier ámbito.

viernes, 25 de abril de 2008

CHIMINICHAGUA


Según las creencias chibchas, Chiminichagua, es el ser supremo, omnipotente y creador del mundo. Una divinidad bondadosa y universal, la única luz que existía cuando todo era noche.
En el principio del mundo todo estaba en tinieblas y solamente reinaba la luz de Chiminigagua.

Cuando el dios creador quiso difundir la luz por todo el universo, creó dos grandes aves negras y las lanzó al espacio. Cuando estas aves echaban aliento o aire por los picos, esparcían una luz incandescente, con la cual todo el cosmos quedó iluminado.

Así se hizo la luz y se crearon todas las cosas del mundo.

En el proceso de creación de todo lo existente en el universo, Chiminigagua señaló la importancia de adorar al sol Suhá y a su mujer y compañera Chía, o la luna.

La adoración al sol y a la luna, para los Chibchas, era la adoración a Chiminigagua, el ser supremo.

jueves, 24 de abril de 2008

LA PICARDÍA DEL ZORRO



Un zorro viejo, ya casi ciego, bebía junto a un arroyo. Cuando se dio cuenta el jaguar estaba sobre él, sujetándolo con sus garras.

-Te tengo, Zorro- le dijo-. ¡Me servirás de almuerzo!

-Estoy gastado y flaco- contestó el viejo pícaro-; mi carne, además, ya está muy dura. No comerías mucho. Te llevaré donde abunda la caza. ¡Verás que gordos tapires!

-¡Pues vamos ya!


Y así fue: el jaguar derribó un gigantesco mborebí y estaba hartándose con su carne cuando el viejo Zorro le tiró de la cola para decirle:

-Ahora, amigo, págame con algo; ¡dame por lo menos la vejiga de este animal!

-¡Y confórmate con ella!- replico el felino, arrojándole lo que le pedía y sin dejar de comer.

El Zorro, entonces, infló la vejiga, la llenó de grandes moscardones de la selva, y la ató a la cola del jaguar, que seguía comiendo.

-¡Escucha, amigo!- le advirtió-. ¿No oyes un rumor, como de una jauría de perros que se acerca?

Sólo entonces el felino detuvo sus mandíbulas.

-Algo escuchó, como un zumbido lejano- le dijo-.

¿Por qué no te fijas, a ver qué es?...

El Zorro se alejó un buen trecho mientras el tigre seguía devorando el inmenso mborebí.

-Son muchos perros; y además... ¡cazadores con arco y flechas!- aseguró jadeante el Zorro, que volvió a la carrera-. ¡Huyamos!.

Salieron disparando, el jaguar siempre seguido por el mormullo de perros que se acercaban; pero el Zorro se perdió en un recodo del camino, para regresar al rico almuerzo abandonado por su crédulo amigo.


miércoles, 23 de abril de 2008

LA CACICA DE GUATAVITA




Guatavita era el nombre de uno de los más poderosos caciques muiscas, cuya esposa principal fue sorprendida siendo infiel. El cacique hizo matar a su rival y obligó a su esposa a comer en público el corazón de su amante.

Asustada, la cacica tomó en brazos a su hija y huyó hasta la laguna de Guatavita donde se arrojó.

El Cacique, arrepentido, pidió a un sacerdote que rescatara a su mujer con sus poderes pero todo fue inútil. La cacica entonces se convirtió en la diosa tutelar de la laguna a quien los muiscas, supremos cultores del agua desde los albores mismos de su civilización, transformaron en un adoratorio de cuatro kilómetros de circunferencia, 400 metros de diámetro y 20 metros de profundidad, a una altura de 3.199 metros sobre el nivel del mar, en donde, por medio de los sacerdotes o chuques, tributaban permanentemente a la diosa titular, quien, en forma de serpiente, de tiempo en tiempo salía a la superficie para recordarle a la gente la necesidad de plegarias, para renovarles su fe, en fin, para exigirles sacrificios y votos de toda especie.

Las ofrendas se hacían, por lo general, en figurillas de oro, tiradas por los creyentes y entregadas al sumo sacerdote para que éste, a su vez, sirviera de intermediario ante la diosa acuática, lo que hacia en medio de complicada liturgia, para después arrojarlas al seno de la laguna, donde moraba la diosa quien, satisfecha con las plegarias y las ofrendas, aplacaba su cólera, otorgaba perdón, era generosa con quienes la veneraban.

Este notable suceso daría origen a la ceremonia religiosa y política, conocida, desde la Colonia hasta hoy, como la leyenda de “El Dorado”.

martes, 22 de abril de 2008

LAKSHMI, LA VICTORIOSA




Al este del monte Zent-Lhamo, en un jardín resplandeciente, vive la Santa Lakshmi, Diosa de la Felicidad. Por medio de una interminable labor embellece sus siete velos de paz. Todos los hombres saben esto. ¡Todos los hombres rinden honor a la Diosa Lakshmi!

Pero todos temen a su hermana, Siva Tandava. Ella, la Diosa de la Destrucción, está llena de malicia, es terrible y destructiva.
La propia Siva Tandava vino de detrás de las montañas. La Terrible se dirigió directamente a la morada de Lakshmi. Cuidadosamente, la temible diosa se acercó al palacio de la luz y, bajando la voz, llamó a Lakshmi.

Lakshmi dejó a un lado sus preciosos velos y se acercó a recibirla. Y detrás de ella venían sus doncellas, de pechos voluminosos y caderas redondeadas.

Laskshmi, caminando, se descubrió el cuerpo. Sus ojos eran grandes, su cabello oscuro. Sus brazaletes eran de oro. Sus varios collares, de perlas. Las uñas de Lakshmi eran del color del ámbar. Sobre sus pechos y hombros y en su abdomen y hasta sus pies tenía ungüentos de hierbas sagradas especiales.

Lakshmi y sus doncellas son tan resplandecientemente puras como las imágenes del Templo de Mathura después de la tormenta.

Pero toda la justicia se debilitó ante la visión de la temida Siva Tandava, pues era muy aterradora, aun en su aparente humildad. De sus quijadas caninas salían colmillos amenazadores. Su cuerpo era tan rojo y tan desvergonzadamente velludo que resultaba indecente a la mirada. Ni siquiera los brazaletes de rubíes rojos como la sangre podían embellecer a Siva Tandava. Cualquiera podría imaginar que se trataba de un hombre.

La Terrible habló:

—"¡Salud a ti, Lakshmi, la justa, mi pariente cercana! Has creado mucha felicidad y bienestar.

Hasta has llevado a cabo tu tarea con demasiado celo. Has ordenado los templos con oro. Has enriquecido la tierra con jardines. ¡Tú, Protectora de la Belleza!

Has creado a los ricos y a los generosos. Has creado a los pobres, que no reciben nada y, sin embargo, se regocijan. Has ordenado un comercio pacífico. Has sembrado entre los hombres todos los vínculos benévolos. Has imaginado distinciones gozosas y frágiles para el hombre. Has colmado los corazones de las personas con la conciencia gozosa de su superioridad y orgullo. ¡Eres generosa!

Tus doncellas son tiernas y cariñosas. Tus jóvenes son fuertes y ambiciosos. Con gozo, las personas crean según su propia semejanza. Las personas se olvidan del cambio y la destrucción. ¡Salud a Ti!

Tranquilamente observas la procesión humana. Y te queda poco por hacer. ¡Me preocupo por ti, mi pariente cercana! Sin una labor, sin preocupaciones, tu cuerpo se pondrá pesado. Y las preciosas perlas se descolorarán sobre él. Tu rostro brillará y tus encantadores ojos parecerán de bovinos.

Luego, las personas olvidarán traerte agradables ofrendas. Ya no te traerán flores sagradas. Y ya no encontrarán excelentes trabajadores para Ti mismo. Y se enredarán todos los designios sagrados. Las personas no pueden permanecer inactivas. ¡Heme aquí, realmente preocupada por ti, Lakshmi, mi pariente cercana!

Durante largas noches he imaginado una labor para Ti. Somos parecidas. No prestes atención al exterior. Me resulta difícil esperar la prolongada destrucción del tiempo. Unámonos y aniquilemos todas las estructuras humanas. Destruyamos todos los gozos humanos.

Expulsemos todas las estructuras acumuladas por los hombres. Las personas perciben débilmente las fronteras.

Quítate Tus siete velos de paz. Y entonces me regocijaré y de inmediato llevaré a cabo mis tareas, para que puedas inflamarte de fervor y creación. Y nuevamente derramarás lágrimas benévolas por los hombres y otra vez podrás fabricar aún más velos ornamentales para Ti Crearás ornamentos aún más ricos. ¡Tú, la inagotable dadora! Otra vez las personas Te buscarán.

Humilladas, aceptarán nuevamente Tus dones con gratitud.
Concebirás para los hombres tantas pequeñas y nuevas condiciones e insignificantes invenciones que hasta los más tontos se creerán inteligentes e importantes. No temo a la maldición humana y ya percibo las gozosas lágrimas que los hombres Te ofrecen.

¡Piénsalo seriamente, Lakshmi, mi pariente cercana! Mis pensamientos Te son útiles y para mí. Tu hermana, están llenos de gozo."

Siva Tandava tiene un astuto poder. ¡Piénsalo! Recordó las guerras pasadas y las miserias humanas. ¡Piénsalo! Otra vez deseó evocar sobre la tierra la destrucción a través del mal. ¡Piénsalo! Qué nociones malvadas volvieron a despertar en esta mente maliciosa.

Sin embargo, Lakshmi no ofreció una palabra como respuesta. En silencio, sólo con un gesto, rechazó el proyecto malvado de Siva Tandava.
Entonces, una vez más, la Diosa perversa, preparada con amenazas y haciendo crujir sus colmillos y olvidando todas sus propuestas benévolas comenzó:

—"¡Tonta Lakshmi! Te rodeas de estas pacíficas bordadoras. Aprecian las pequeñas paredes de sus miserables hogares. Dedicadas a sus designios terrenales, olvidan mirar hacia las estrellas. Las personas no pueden comprender aquello que viene en paz. Honran el trueno y el rayo.

Tus antiguos altares están cubiertos de fétida grasa. Tu belleza no puede vivir en medio del polvo de las casas viejas. El tiempo destruye los mejores designios y el moho cubre el mejor dibujo. ¡Sígueme! Te enseñaré un coro tal de vanidad que Tu sabiduría quedará aturdida."

Siva Tandava pronunció todas estas cosas tremendas. Y los terremotos partieron la tierra con sus convulsiones. Y las islas se hundieron en los océanos. Y surgieron montañas nuevas. Pero Lakshmi rechazó todos los ofrecimientos de Siva Tandava.

La Diosa Santa respondió:

— "Para darte alegría sólo a ti y causar pena a los hombres no me rasgaré los velos. Con una delicada red ensalzaré a la humanidad. De entre todos los corazones nobles, reuniré excelentes trabajadores.

¡Bordaré nuevos signos en mis velos! Los más bellos, los más preciosos, los más poderosos. Y en estos signos, en las imágenes de las bestias y aves más nobles, en los contornos de las flores resplandecientes y en las hierbas curativas, enviaré a los corazones de todos, mis más benévolas invocaciones. Evocaré desde el abismo el mayor fuego creador. Y con una llama rampante protegeré los luminosos esfuerzos del Espíritu."

Así lo ordenó Lakshmi.

Del resplandeciente Jardín se alejó Siva Tandava, derrotada. ¡Regocijaos!

Ahora, Siva Tandava esperará, con una violenta furia, a larga destrucción del tiempo. Con una ira incalculable, a veces aplasta la tierra y entonces mueren hordas le personas.

Pero Lakshmi, siempre a tiempo, arroja sus benditos velos. Y sobre las cenizas de quienes han muerto, se reunirán los hombres otra vez.

Se unirán en una solemne procesión.

La justa Lakshmi adorna sus velos con los nuevos siglos sagrados. Y desde el espacio, enciende un nuevo Fuego.

lunes, 21 de abril de 2008

ALEGORIA CHINA



Un caminante transitaba por un camino de cornisa, cuando de repente perdió pie y resbaló hacia el abismo.

Antes de caer pudo aferrarse a la rama de un arbusto que crecía al borde del precipicio. En esa incómoda posición, miró hacia arriba y vio a un león y a un tigre dispuestos a devorarlo si retornaba al camino.

También observó que dos ratones estaban royendo la raíz del arbusto.

Abajo, en total verticalidad, corría un río plagado de cocodrilos para completar tan tétrico panorama.

En el momento en que discurría sobre las pocas posibilidades de hacer que le quedaban, vio un fruto maduro entre las ramas y no encontrando nada mejor que hacer en ese instante, lo arrancó, lo comió y se permitió disfrutarlo ya que el fruto resultó dulcísimo.

FINAL: el león y el tigre se trabaron en lucha y se mataron mutuamente. En esta lucha sacudieron el arbusto por lo cual los ratones cayeron al río.

El hombre pudo entonces trepar hasta el camino y seguir satisfecho y alegre su marcha.

¿No hubiera sido una pena que se hubiera perdido el placer de saborear la dulce fruta?

domingo, 20 de abril de 2008

LA LOBA




Hay una vieja que vive en un escondrijo del alma que todos conocen pero muy pocos han visto.

Como en los cuentos de hadas de la Europa del este, la vieja espera que los que se han extraviado, los caminantes y los buscadores acudan a verla.

Es circunspecta, a menudo peluda y siempre gorda, y, por encima de todo, desea evitar cualquier clase de compañía. Cacarea como las gallinas, canta como las aves y por regla general emite más sonidos animales que humanos.

Podría decir que vive entre las desgastadas laderas de granito del territorio indio de Tarahumara. O que está enterrada en las afueras de Phoenix en las inmediaciones de un pozo.

Quizá la podríamos ver viajando al sur hacia Monte Albán en un viejo cacharro con el cristal trasero roto por un disparo. O esperando al borde de la autovía cerca de El Paso o desplazándose con unos camioneros a Morella, México, o dirigiéndose al mercado de Oaxaca, cargada con unos haces de leña integrados por ramas de extrañas formas.

Se la conoce con distintos nombres: La Huesera, La Trapera y La Loba.

La única tarea de La Loba consiste en recoger huesos. Recoge y conserva sobre todo lo que corre peligro de perderse. Su cueva está llena de huesos de todas las criaturas del desierto: venados, serpientes de cascabel, cuervos. Pero su especialidad son los lobos.

Se arrastra, trepa y recorre las montañas y los arroyos en busca de huesos de lobo y, cuando ha juntado un esqueleto entero, cuando el último hueso está en su sitio y tiene ante sus ojos la hermosa escultura blanca de la criatura, se sienta junto al fuego y piensa qué canción va a cantar.

Cuando ya lo ha decidido, se sitúa al lado de la criatura, levanta los brazos sobre ella y se pone a cantar. Entonces los huesos de las costillas y los huesos de las patas del lobo se cubren de carne y a la criatura le crece el pelo.

La Loba canta un poco más y la criatura cobra vida y su fuerte y peluda cola se curva hacia arriba.

La Loba sigue cantando y la criatura lobuna empieza a respirar.

La Loba canta con tal intensidad que el suelo del desierto se estremece y, mientras ella canta, el lobo abre los ojos, pega un brinco y escapa corriendo cañón abajo.

En algún momento de su carrera, debido a la velocidad o a su chapoteo en el agua del arroyo que está cruzando, a un rayo de sol o a un rayo de luna que le ilumina directamente el costado, el lobo se transforma de repente en una mujer que corre libremente hacia el horizonte, riéndose a carcajadas.

Recuerda que, si te adentras en el desierto y está a punto de ponerse el sol y quizá te has extraviado un poquito y te sientes cansada, estás de suerte, pues bien pudiera ser que le cayeras en gracia a La Loba y ella te enseñara una cosa... una cosa del alma.



Clarissa Pinkola Estés
Mujeres que corren con los lobos